ADVERTENCIA
A LOS NIÑOS
Niños,
si os atrevéis a pensar
en
la grandeza, la rareza, la demasía,
la
escasez de este precioso, único
e
infinito mundo en el cual decís
habitar,
pensad en cosas así:
bloques
de pizarra circundando manchas
rojas
y verdes, circundando redes
amarillo
leonadas, circundando blancas
y
negras superficies de dominó
donde
un pulcro paquete de papel marrón
te
invita a que desates el cordel.
En
el paquete una pequeña isla,
en
la isla un gran árbol,
en
el árbol una fruta cascaruda.
Arranca
la corteza y hiende la piel:
en
la semilla verás
bloques
de pizarra circundados por manchas
rojas
y verdes, circundadas por redes
amarillo
leonadas, circundadas por blancas
y
negras superficies de dominó,
donde
el mismo paquete de papel marrón—
¡niños,
no toquéis el cordel!
Quien
se atreve a desatar el paquete
se
encuentra de súbito dentro de él,
en
la isla, en la fruta,
bloques
de pizarra rodeando su cabeza,
se
encuentra circundado por manchas
verdes
y rojas, circundado por redes
amarillo
leonadas, circundado por negras
con
el mismo paquete de papel
aún
sin abrir en sus rodillas.
Y
si entonces se atreve a pensar
en
la escasez, la demasía, la rareza,
la
grandeza de este infinito, único
y
precioso mundo en el cual dice
habitar
—entonces desata el cordel.
EL
ESPEJO CANDELABRO
Perdida
casa solariega donde camino siempre
como
un fantasma, aunque en carne y sangre de mujer.
Subiendo
tus anchas escaleras, subiendo con abiertos dedos
y
deslizándome resuelto por tus corredores
llego
por costumbre nocturna a este cuarto,
aún
en sofocantes mediodías llego
tirado
por el hilo del recuerdo en tiempo hundido.
Vacío,
salvo la gran cama ceremonial
cubierta
por mohosas cortinas que sesgadas cuelgan
(un
teatro de títeres donde un maligno capricho
puebla
del miedo los bastidores). A mi derecha
pende
un cordón deshilachado pronto
a
reclamar de los sombríos áticos
los
servicios de fantasmas más viejos; aquí, a mi izquierda,
un
adusto espejo-candelabro, rajado de lado a lado,
se
niega a mostrar el rostro (como los espejos nuevos)
con
un falso sonrojo, lo muestra melancólico
y
pálido, como se vuelven los rostros que se miran en espejos.
¿No
hay vida, nada salvo la delgada sombra
y
el mudo presentimiento? ¿Nunca una rata entre los muros
royendo
un mendrugo? ¿O en la ventana
una
mosca, un moscardón, una araña famélica?
Las
ventanas enmarcan un panorama de cielos fríos
a
medias fundidos con el mar, como en el albor de la creación—
abstracto,
confuso oleaje. Vuélvete,
mejor
escudriña en el espejo una vez más, toma nota
de
ti, los labios grises y el pelo largo en desorden,
ojos
fijos, con sueño. Ah, espejo, por amor de Dios
dame
una señal de que aún permanece allí
mientras
sea de este lado de la Esperanza, en alguna parte,
en
riachuelos, en pastos montañosos y soleados—
la
verdadera vida, el natural respiro y no este fantasma.
THE
PIER-GLASS
Lost
manor where I walk continually
A
ghost, though yet in woman’s flesh and blood.
Up
your broad stairs mounting with outspread fingers
And
gliding steadfast down your corridors
I
come by nightly custom to this room,
And
even on sultry afternoons I come
Drawn
by a thread of time-sunk memory.
Empty,
unless for a huge bed of state
Shrouded
with rusty curtains drooped awry
(A
puppet theatre where malignant fancy
Peoples
the wings with fear). At my right hand
A
ravelled bell-pull hangs in readiness
To
summon me from attic glooms above
Service
of elder ghosts; here, at my left,
A
sullen pier-glass, cracked from side to side,
Scorns
to present the face (as do new mirrors)
With
a lying flush, but shows it melancholy
And
pale, as faces grow that look in mirrors.
Is
there no life, nothing but the thin shadow
And
blank foreboding, never a wainscot rat
Rasping
a crust? Or at the window-pane
No
fly, no bluebottle, no starveling spider?
The
windows frame a prospect of cold skies
Half-merged
with sea, as at the first creation—
Abstract,
confusing welter. Face about,
Peer
rather in the glass once more, take note
of
self, the grey lips and long hair dishevelled,
Sleep-staring
eyes. Ah, mirror, for Christ’s love
Give
me one token that there still abides
So
be it only this side Hope, somewhere,
In
streams, on sun-warm mountain pasturage—
True
life, natural breath; not this phantasma.
WARNING
TO CHILDREN
Children,
if you dare to think
Of
the greatness, rareness, muchness,
Fewness
of this precious only
Endless
world in which you say
You
live, you think of things like this:
Blocks
of slate enclosing dappled
Red
and green, enclosing tawny
Yellow
nets, enclosing white
And
black acres of dominoes,
Where
a neat brown paper parcel
Tempts
you to untie the string.
In
the parcel a small island,
On
the island a large tree,
On
the tree a husky fruit.
Strip
the husk and pare the rind off:
In
the kernel you will see
Blocks
of slate enclosed by dappled
Red
and green, enclosed by tawny
Yellow
nets, enclosed by white
And
black acres of dominoes,
Where
the same brown paper parcel—
Children,
leave the string alone!
For
who dares undo the parcel
Finds
himself at once inside it,
On
the island, in the fruit,
Blocks
of slate about his head,
Finds
himself enclosed by dappled
Green
and red, enclosed by yellow
Tawny
nets, enclosed by black
With
the same brown paper parcel
Still
unopened on his knee.
And,
if he then should dare to think
Of
the fewness, muchness, rareness,
Greatness
of this endless only
Precious
world in which he says
He
lives—he then unties the string.
Versiones
de Claribel
Alegría & Darwin J. Flakoll.
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